Categoría: Medios de comunicación

La paradoja disruptiva

Cuando hablamos de comunicación y “nuevos medios”, lo pongo entrecomillado ya que ninguno de ellos es tan nuevo, como explica Manovich (2005), sino que son recubiertos por una capa tecnológica que difumina su aspecto habitual, hemos conseguido determinar unos aspectos generales de los mismos desde los marcos teóricos donde se emplean que aceptamos a pies juntillas.

Sin embargo, a pesar de las vueltas y los nuevos puntos de vista que aportamos desde los ámbitos teóricos de la Comunicación, al observar con una mirada renovada los conceptos analizados, siempre surgen nuevas facetas ocultas hasta el momento. Esta variación conductual en el uso de los medios es avalada por la metamorfosis operacional que el hombre ha terminado desplegando en lo referente a la tecnología que, como un smartphone, ha propiciado todos estos cambios.

La convergencia se erige en la piedra filosofal de los nuevos campos de investigación en Comunicación, efecto revolucionario que ha impulsado los flujos laborales y las relaciones personales a nuevas dimensiones insospechadas hasta hace apenas 20 años. Que este fenómeno convergente es una consecuencia de la aparición de Internet, y sus constantes revoluciones, es tan obvio para un comunicador como que YouTube se ha convertido en el principal canal audiovisual de las nuevas generaciones.

Las dimensiones de este fenómeno, que por definición unifica el ecosistema mediático en un gran medio –un medio para gobernarlos a todos–, colisiona de forma disonante con otras características de los que hemos dado en llamar “nuevos medios”. De todas estas cualidades que se han definido a lo largo y ancho de la producción teórica destaca una sobre todas las demás: “fragmentación”. Estos términos antagónicos, irreconciliables, disonantes y divergentes se han convertido en características esenciales para describir a los nuevos medios de comunicación en su nueva reformulación.

A este conjunto de definiciones contrapuestas sobre un mismo concepto es lo que llamamos “paradoja disruptiva”. La irrupción de la tecnología en los procesos productivos se ha denominado disrupción para expresar la virulencia con la que los mismos han cambiado. El análisis de estos cambios determina los conceptos asociados a la Comunicación expresados anteriormente.

paradoja

Junto con el concepto de la convergencia de medios, de procesos productivos, de sistemas de comunicación, de empresas, etc., aparece asociado la fragmentación. Esta fragmentación incide en las audiencias y en las formas discursivas principalmente, asociando a las mismas algunos fenómenos muy vinculados a las nuevas tecnologías como la “segunda pantalla”.

En estas ideas es precisamente donde reside la esencia de la paradoja disruptiva, un concepto capaz de enfrentar referentes antagónicos que colisionan frontalmente al hablar de nuevos medios, de discursos multimediáticos o de narrativa transmedia.

Convergencia en oposición a la fragmentación, unidad –un medio para gobernarlos a todos– frente a la dispersión del público por múltiples pantallas, los grandes relatos decimonónicos frente a los microrrelatos que invaden las nuevas formas de la narrativa –microblogging, webseries, etc. –.

No podeos olvidar que en la construcción de los medios de masas, que se revolucionó a principios del siglo XX con el establecimiento de nuevas formas narrativas, del cine y posteriormente de la radio, se estableció una batalla que mantenía el consumo de medios entre lo personal y lo social, entre lo individual y lo colectivo.

kinetoscopio

En este orden de cosas, podemos afirmar que la aparición de los “nuevos medios” son una victoria del sistema diseñado por Edison –Kinescopio–, y un siglo después volvemos a consumir productos culturales de manera individual, íntimamente. El consumo de medios, el acto de visionado, con la mayoría de las nuevas pantallas se ha convertido en una expresión individual, tal y como planteaba Edison. La faceta social del consumo de medios, la expresión de las preferencias, se traslada a las nuevas herramientas de comunicación social que se extienden a través de todas las pantallas. Y este último hecho no hace más que afirmarnos en la idea que se alberga tras la paradoja disruptiva, pues lo social y lo individual en el consumo de los medios no es más que una expresión contradictoria, efecto de un mismo proceso.

F. Montero

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